Muñeco de Trapo

Si obviamos los dos exámenes que me faltan de BI, se puede decir que la fiesta de graduación del sábado marcó el fin de mi prepa. El capítulo cuatro ha terminado y el cinco empieza. El caso es que todo final te hace repasar y reflexionar sobre el periodo que acaba de terminar. Tal vez fue la fiesta en sí, o releer la carta que me escribí al inicio de la prepa (cargada de cinismo y un poquito de optimismo), u oír el nuevo CD de La oreja de Van Gogh, o el conjunto de todas estas cosas que me pusieron en un sentimiento de reflexión.

Recordé los momentos felices, los tristes, los raros y todos los demás. Me di cuenta de que hice cosas que no pensé que fuera capaz de hacer, que cambiaron mis perspectivas sobre muchas cosas (y muchas personas), y que en general soy una mejor persona que cuando entré a la prepa. Mi introspección me llevó a deducir que, a pesar de todas las cosas que aprendí y viví en estos últimos tres años, la que más se me queda grabada es la única cosa que no hice (no es odioso cuando eso sucede?).

Esta revelación me llegó cuando me di cuenta de que ayer sería la última vez que vería a quien me gustó durante todo el año pasado. Recordando todas las veces que pude haber hecho algo (por lo menos hablarle) pero no lo hice, pensé que siempre que llegaban estos momentos, había algo que me detenía; ese algo era yo. Y esto me llenó de tristeza. Así es, compañeros, una lágrima escurría por mi mejilla, pero de inmediato me la sequé, porque con llorar no se me quita lo idiota (por usar un eufemismo). Lo único que se puede hacer es aprender de la experiencia y seguir adelante. Todos sabemos que las oportunidades solo llegan una vez en la vida, pero no siempre esta verdad aparente hace tanto sentido sino hasta que nos pasa. Desgraciadamente (o afortunadamente?) esto ya me pasó a mí...

PS: No se pregunten quien es. Ya los que saben, saben (solo son dos) y los que no, pues no sabrán...

PS 2: Sí he cambiado, porque antes no me habría atrevido a aceptar esto...